Relatos con los que participo en el taller Literautas

jueves, 4 de febrero de 2016

La machaconería del primer hombre

                                                               (Escena 30 - Espejo, bosque y mentiras)            

Estaba un día Eva mirándose en el espejo de un lago ("Vaya, vaya, esa raíz sí que abrillanta el cabello"), cuando se acercó Adán sigilosamente y lanzó una piedrecita al agua. A ella le hizo gracia la broma, sonrió y esperó para seguir metiéndose margaritas entre los rizos. El líquido tardaría un poco en volver a la quietud. Adán, oculto tras una zarzamora, aguardaba también. Cuando al cabo de un rato ella reanudó el acicalamiento, él tornó a lanzar  una segunda piedra, esta vez grande. Con tan mala puntería que golpeó la espalda desnuda de su esposa.
―Querido, deja de jugar. Me has hecho daño.
―Eres carne de mi carne. ¿Te he dicho ya que Dios te sacó de una de mis costillas?
―Me sacara o no me sacara de tu costilla, que sepas que las pedradas me duelen.
―Perdona, te prometo que no volveré a hacerlo.

Estaba otro día Eva a la orilla  del lago adornándose el pubis con hojas de parra de distintos colores (“Esta para la noche, esta para el día, esta para el verano, esta para el otoño, esta me combina bien con las margaritas del pelo, esta me va fenomenal con el hibisco…”),  cuando Adán se le aproximó por detrás con una liana en las manos.
―Querido, no enredes más. La cuerda se me está clavando en las muñecas.
―Eres carne de mi carne. Ya sabes que Dios te creó a partir de una de mis costillas.
―Vale, sí, me creó a partir de tu costilla, pero desátame de una vez.
―Perdona, te prometo que no volveré a hacerlo.

Estaba otro día Eva contemplando su imagen en el agua (“¡Vaya pelambrera!”), cuando Adán le trajo una fruta agusanada.
―Querido, con la de frutos buenos que dan los árboles del paraíso y me traes este estropeado... Los gusanos son asquerosos.
―Ya te lo he dicho mil veces. Eres una de mis costillas. Conque te comes esta maldita fruta porque lo digo yo.
―Lo sé, soy tu costilla, pero los gusanos me han dado siempre mucho asco.
―Perdona,  te prometo que no volveré a hacerlo.

     Hoy la costilla de Adán deambula cabizbaja por el bosque, avanzando sin convicción hacia el espejo del lago donde atusarse las greñas... 
                                              

2 comentarios:

  1. Excelente revisión del mito para un debate largo y tendido sobre el papel de la mujer a lo largo de la historia. Un atinado relato sobre juegos que no lo son

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  2. Querida Nuria:
    Gracias por tu comentario. Estoy de acuerdo contigo. Lo de la costilla de Adán empezó demasiado pronto y, para nuestra desgracia, como un juego que no era un juego..
    Un abrazo enorme.

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